“Hace 20 años, calculé 2005 como el punto sin retorno. Según mis cálculos, ya estamos inevitablemente comprometidos con los bebés de diseño, los ebabies, los súper soldados y las armas autónomas súper inteligentes, los enlaces directos cerebro-máquina, la inmortalidad electrónica, las nuevas razas humanas, la explosión demográfica, los conflictos entre especies y las guerras con poderosos armamentos, la inteligencia artificial consciente sobrehumana o las bacterias inteligentes”, asegura Ian Pearson.
Este ingeniero y matemático es uno de los futuristas más reconocidos a nivel mundial, es miembro de la Academia Mundial de Artes y Ciencias y miembro colegiado de la British Computer Society. Es el Neuralink, un dispositivo que puede conectar el cerebro con un ordenador. Los grandotes compiten y propectan sus humanos 2.0. Cyborgs. La inteligencia artificial generará una autonomía que este y otros autores están cuestionando, sin dejar de constatar que en un realidad inminente, según la reflexión que publicara Expansión en su sección Economía Digital. Pareciera que el uso humano de la I.A. es casi doméstico, pero Pearson no se anda con chicas: “El avance de la inteligencia artificial se dirige hacia una IA sobrehumana plenamente consciente, con emociones y con sus propias agendas. Por lo tanto, no tendremos más remedio que establecer vínculos cerebrales directos con la inteligencia artificial súper inteligente. De lo contrario, corremos el riesgo de extinción. Es así de simple”.
Es posible que la Internet de las Cosas nos dé para abrir cortinas, encender regadores, limpiar las ollas, pero aún no llega a tu casa un Terminator T.800, que te protejan del coronavirus, por decir. Mientras tanto, FayerWayer nos cuenta que los creativos de Disney dieron a conocer un robot sin piel, pero con ojos móviles, párpados, cejas y dientes.
Lo llaman el robot más realista del mundo, pero es bastante aterrador. Es la última creación de Disney, un busto animatrónico humanoide sin piel.
I’ll Be Back.
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RAA
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